El relato es siempre importante. Muchas de las grandes historias de las bandas de rock que adoramos no han sido escritas por ellos, sino por sus publicistas. O por su management. Es tan importante generar épica como saber mantenerla en el tiempo.
El relato es siempre importante. Muchas de las grandes historias de las bandas de rock que adoramos no han sido escritas por ellos, sino por sus publicistas. O por su management. Es tan importante generar épica como saber mantenerla en el tiempo. Un buen actor es bueno en la medida en la que se mete en la piel de su personaje y lo vive, sin que se perciba la actuación. Algunas de las grandes bandas están compuestas de geniales actores que han repetido tantas veces una historia que terminan creyéndosela ellos mismos. Como cuando te explican que esta realmente es su gira de despedida o que ese nuevo disco tan malo es el mejor de su carrera. Cuanto más lo repites, más fácil de creer es.
Verdades incontestables… hasta ahora
En el caso de AC/DC siempre ha habido un par de axiomas incontestables a lo largo de su historia: que Bon Scott falleció ahogado en su propio vómito mientras dormía en un coche tras una larga noche de juerga y que “Back in Black” fue un disco compuesto como homenaje a Scott donde todas las letras son obra de Brian Johnson y la música es obra de los hermanos Angus y Malcolm Young.
El homenaje póstumo que no era tal
Una de las teorías que Fink ponía a prueba en ese primer libro sobre AC/DC era la de que “Back in Black” era un disco compuesto como homenaje póstumo a Bon Scott por unos AC/DC devastados por la pérdida que sacaron fuerzas de la flaqueza y decidieron seguir adelante con la banda. Ya en aquel primer volumen revelaba un dato interesante: que pese a que los créditos de ese disco citan a Young/Young/Johnson como compositores de todas las canciones, la realidad es que los herederos de Bon Scott reciben un tercio de los royalties correspondientes a ese disco de manera discreta. Como Fink apunta en su nueva obra, “Bon: The Last Highway”, decir que las letras del disco pertenecían a Bon Scott habría puesto en una posición incómoda a un Johnson que necesitaba ganarse la simpatía, el respeto y el favor de los fans tras la trágica muerte de Scott.
“Bon – The Last Highway” es un libro que sigue las peripecias de Bon Scott entre 1977 y 1980. Es decir, entre el gran salto a Estados Unidos por parte de AC/DC y el fallecimiento del vocalista. Reconstruir todo lo que pasó hace cuarenta años es una tarea tan titánica que por ese simple motivo hay que quitarse el sombrero ante un Fink que ha hablado con amigos, colegas de birras, ex-novias y amoríos imposibles de un Scott que, pese a toda su fama de rock star rompecorazones, no estaba del todo a gusto con el rumbo que estaba tomando su vida a medida que AC/DC crecían y su vida estaba supeditada a las decisiones de los hermanos Young. Un Scott que, según le había dicho a algunos amigos cercanos, consideraba seriamente la posibilidad de marcharse de AC/DC después de lo que terminaría siendo “Back in Black”.
Para Fink, la teoría de que Bon Scott murió tras una borrachera épica no es aceptable. Se dice que Scott pasó sus últimas horas de fiesta en el Music Machine londinense y que luego fue dejado en un coche pasando la noche ante la imposibilidad de cargar con él mientras su teórico amigo, Alistair Kinnear, dormía plácidamente en su apartamento de East Dulwich, en Londres. El amigo se despertó muchas horas después y se encontró con el horror: Bon Scott estaba muerto en su coche.
A través de incontables testimonios, Fink llega a dos teorías plausibles sobre las últimas horas de Scott. A raíz de una sobredosis previa de heroína en 1975, el autor traza un retrato sobre los hábitos narcóticos de Scott y de su círculo de amigos en aquel momento. Un círculo que consumía la droga con frecuencia y que verifica que Scott podía haber tomado heroína en la noche de su muerte. Dos teorías que contradicen la versión oficial de AC/DC y que muestran a un Scott mucho más fuera de control de lo que se quiso decir en su momento y mucho más infeliz de lo que se quiso hacer ver.
Al final, fue Bon Scott quien le dio a AC/DC el halo de romanticismo outlaw. Él era la rockstar de AC/DC, la que poseía el verdadero magnetismo animal que contrarrestaba el show desquiciado del colegial Angus Young. El potro desbocado que nadie podía contener pero que en ocasiones permitía observar su corazón en canciones como “Ride On”, “Gimme a Bullet” o “Down Payment Blues”. Y, como Fink se esfuerza en probar, el poeta hábil que hizo muchas de las rimas y versos de himnos como “You Shook Me All Night Long”.
La crónica que Fink realiza de las últimas horas de Scott es de precisión quirúrgica, hasta llegar a las mencionadas dos posibles teorías sobre las últimas horas de Scott. Lo cierto es que, en la tarde del 18 de febrero de 1980, Scott quería celebrar que había acabado de componer las letras de lo que sería eventualmente “Back in Black”. Unas letras que desaparecieron del apartamento de Scott en las horas posteriores a su muerte y que podrían tener más que ver con el disco que la clásica “revelación divina” que sufrió Brian Johnson mientras grababan el disco en Nassau dos meses después, cuando “algo le invadió” y le hizo componer “You Shook me All Night Long” en quince minutos.
Recordemos que Scott murió el 19 de febrero de 1980 y “Back in Black” fue editado el 25 de julio de 1980, apenas cinco meses después.
Paul Chapman de UFO indica que Scott y un amigo abandonaron su apartamento en la tarde de su muerte para ir a comprar heroína, lo que sustenta la teoría de que la muerte por aspiración de vómito no vino dada por una ‘intoxicación alcohólica’, algo difícil de creer en una persona cuya ingesta de alcohol era mayúscula habitualmente, sino por una sobredosis de heroína que nunca se quiso mencionar. Esta y otras revelaciones aparecen en un libro cuya lectura, aunque densa, es entretenida por la cantidad de datos y nueva información que ofrece.
Gentileza www.themetalcircus.com